8.3.10

LA EXPOSICIÓN


ESCULTURA ESPAÑOLA ACTUAL 2000-2010 nos permitió disfrutar de las obras y las claves de la escultura contemporánea, pero también de la transformación de nuestro espacio y nuestra mirada.
Y así el Museo se extendió al jardín, convirtió la capilla en sala de exposiciones y abrió un escaparate a la ciudad.

La muestra recogía obras realizadas en los últimos 10 años por 14 artistas que nos acompañaron estos meses en nuestros descubrimientos.
No se trataba de una panorámica de la situación de la escultura española actual sino de un recorrido a través de diferentes y personales modos de hacer, herederos de los grandes cambios de la escultura del siglo XX.

EN LAS SALAS

Paseando por el Museo, que algunos conocen bien y otros descubrían por primera vez, nos sorprendimos, nos asustamos, nos divertimos y nos ensimismamos juntos.
Nos fascinaron los tamaños, los materiales, las teorías sobre el transporte y el montaje, las huellas de los procesos, el realismo de algunas piezas y los accidentes y roturas de otras.

Pero sobre todo nos gustaron las historias, tan fantásticas y tan cercanas.

Y así conocimos a Carmencita, impresionante cabeza de bebé, dormida, vista y representada por Antonio López, un abuelo enamorado de las cosas reales y cotidianas, observador del paso del tiempo.
La vimos recién nacida, con el cráneo abombado y los ojos hinchados, mayorcita y despierta, hecha con materiales y tamaños diferentes, siempre misteriosa.

Y descubrimos la obra de Blanca Muñoz que parecía tantas cosas distintas sin ser ninguna: pelotas, montañas rusas, pelusas de polvo, plantas rodantes del oeste, manojos de gafas de sol, vilanos al viento...
Llena de vacío, hecha a trozos, cambiante según nos movemos, hecha sin plan previo, con sensación de movimiento.

Nos sorprendimos con los panes y los peces de Miquel Barceló, llenos de huellas, de cortes, de golpes, de chorretones. Con su misterio de relieve, con un detrás escondido hecho a puñetazos.


Nos embelesamos frente a los esqueletos de Javier Pérez, envueltos de luces y sombras, ante una danza amorosa y macabra a la vez. Nos sentamos dentro de una especie de gran caja de música con su espejo, carrillón, bailarines y mecanismo de acción.


Nos reímos frente al Narciso de Leiro, que ya no es el ser más bello del mundo, aquel que se enamoró de sí mismo al verse reflejado, sino un ser extraño, imposible, que se asusta al descubrirse.

5.3.10

EN EL TALLER

En el taller quisimos hacer dos propuestas que partiesen de lo conocido, lo seguro y cotidiano pero que planteasen una novedad o reto.

Jugamos a construir con piezas de madera, trozos de marcos, rodapiés, estanterías... teñidas de color y con velcro. Esto nos permitió nuestras construcciones de siempre, pero también juegos de equilibrio imposibles.

Ensamblamos además tubos de fontanero con la dificultad y la riqueza que da la gran escala, el peso y el trabajo colectivo.

Y así, de manera autónoma vivimos algunos procesos interesantes mientras jugábamos.

Manipulamos el material reconociendo formas y colores.


Nos planteamos problemas y buscamos soluciones.



Construímos sólos...




...y acompañados.



Hicimos descubrimientos.


Planificamos, reflexionamos...



... y nos dejamos llevar.



Fuimos tradicionales...



... y arriesgados.



Disfrutamos de la acción...



... y de la observación.


De nuestras manos, entre tacos, fueron surgiendo esculturas efímeras, cambiantes, sonoras, para mirar, tocar y recorrer.

Esculturas verticales...


... y horizontales.


Equilibradas...



... y caóticas.


Figurativas...



... y abstractas.



Suaves.


Individuales...



... y colectivas.